La Conferencia Episcopal de Haití hizo publico a mediados
del pasado mes de enero un mensaje con motivo del tercer aniversario del
terremoto, aquel fatídico 12 de enero de 2010.
Los obispos recuerdan cómo “el terremoto afectó
dramáticamente a nuestra sociedad, causando un número impresionante de muertos,
miles de huérfanos, discapacitados, personas sin hogar, marginados, desplazados
internos, migrantes y refugiados. Muchos edificios y casas en varias ciudades
se hundieron o dañaron. Este desastre ha puesto a prueba a las familias
haitianas, a las principales instituciones del país, a los extranjeros que
viven en Haití y a las estructuras principales de solidaridad y cooperación
internacionales. El pueblo haitiano ha asombrado al mundo por la fuerza
emblemática de la solidaridad nacional, el coraje y la fe inquebrantable en
Dios”, señalan los obispos en este mensaje.
Recuerdan también que “el pueblo haitiano, tres años
después del terremoto, tiene muchas razones para estar preocupado. Los avances
llevados a cabo en términos de conjugar los esfuerzos de todos los haitianos de
buena voluntad, la mejora de las condiciones de vida de la población,
especialmente los desfavorecidos, y una reconstrucción auténtica han sido tan
mínimas que son casi imperceptibles. Los principales sectores implicados
tienden a culparse unos a otros de los problemas del país”.
En este mensaje, “la Iglesia invita a las fuerzas de la
nación a reaccionar, a aferrarse a lo que las pueda unir en la verdad para que
renazca la esperanza, dando oportunidad a cada haitiano que sufre de
inseguridad y de vulnerabilidad. Esta situación de pobreza, de sufrimiento y
desesperación es insostenible. La Iglesia invita a cada uno a asumir su
responsabilidad con un mínimo de conciencia y en estricto cumplimiento de las
leyes de la República”.
Finalmente, dicen que “hoy más que nunca, Haití necesita
apoyo internacional real, sincero y coordinado, en una situación todavía
dramática”.