Con 3.000 dólares que les ha enviado la Infancia
Misionera, el padre Jerry Yoacel y los catequistas que le ayudan en la
Parroquia de la Sagrada Familia de Nebbi, Uganda, han repartido 1.000
mosquiteras entre las familias del lugar. No parece gran cosa, pero es un paso
más en la lucha contra la malaria y otras enfermedades infecciosas.
Desde la Infancia Misionera se ha respaldado este año la
labor de muchos pequeños centros sanitarios – que en muchos casos no son sino
una misión - , de parroquias y de centros de acogida para niños atendidos por
religiosas que una verdadera primera línea en la guerra contra las graves
enfermedades que amenazan a la infancia en África. La Organización Mundial de
la Salud identificaba hace años a las así llamadas “six killer diseases”, las
seis enfermedades asesinas, que causan, dependiendo de las zonas, entre el 70%
y el 90% de todas las muertes de niños en África: la neumonía, la tuberculosis,
la disentería, la malaria, el sarampión y el sida.
En Ntronang, Ghana, uno de los países más afectados por
las seis enfermedades, se ha financiado el programa sanitario de la St. Michael
Clinic & Maternity, de las Siervas del Divino Salvador. Son 15.000 dólares
que ayudarán a estas hermanas en su atención a 35 pequeñas comunidades de los
alrededores, con más de 700 niños a los que se podrá vacunar. En otro pequeño
centro sanitario también en Ghana, la St. Andrew Catholic Clinic en Akim
Swedru, la hermana Cecilia Appiah lleva adelante un programa parecido de
atención a 23 pequeñas comunidades para tratar a tiempo estas enfermedades que
de otra manera se vuelven fatales. Desde la Parroquia de Atebubu, el padre
Peter Kwame Yeboah cuenta que, allí, la principal causa de mortalidad infantil
es la malaria y cada año centenares de niños enferman y muchos de ellos mueren.
Con los 13.000 dólares recibidos de Infancia Misionera ha puesto en marcha un
programa de prevención y adquisición de medicinas que paliará en parte esta
situación.
El problema afecta a muchos países de África, e Infancia
Misionera ha apoyado proyectos, además de en Ghana, en Camerún, Madagascar,
Malawi, en la República Centroafricana, Ruanda, Uganda, Zambia. En
Ambinanidrano, Madagascar, la hermana Pascaline Rahantamalala dirige un
dispensario. Como muchas otras religiosas en África, todo el mérito es suyo, de
su entrega a los demás. Porque las medicinas que gracias a Infancia Misionera
ha podido adquirir hay que llevarlas hasta los niños que viven en la región,
una zona de “brousse”, como llaman en Madagascar a los terrenos invadidos por
la maleza.
En Kibeho, Ruanda, las hermanas palotinas han recibido
15.000 dólares de Infancia Misionera para terminar de equipar las instalaciones
de maternidad y pediatría que tienen en su centro sanitario. El centro se ocupa
tanto de los recién nacidos como de los niños de las escuelas locales, a los
que vacuna y se examina, se les enseña a cuidarse, siempre intentando prevenir
unas enfermedades que no dejan margen de error.